La potencia energética de la Vida.
Los indoamericanos no creen en un cuerpo material y un alma espiritual, sino en una especie de alma densa, síntesis de las dos.
Para ellos, las fuerzas del Universo se concentran en el embrión en el momento de la concepción: es el tonalli de los aztecas, la potencia energética de la vida, que desciende desde el 13º cielo y se aloja en la persona.
Esa energía vital que cada hombre posee es también colectiva, porque alimenta a la comunidad y de ella pasa nuevamente al Universo, fundiendo al hombre en la totalidad a la que pertenece.
La energía del alma densa ha de mantenerse pura, mediante el trabajo duro, las buenas intenciones, el cumplimiento de las obligaciones para con la comunidad, la sinceridad, la lealtad, la creatividad, la precisión en las tareas, el sacrificio de la comodidad.
Todas estas conductas actúan como rituales liberadores de la energía densa alojada en el corazón (odios, rencores). De esta forma el alma se recarga de energía liviana, limpia, que estimula otra vez la magia de la vida.
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